Hemos de empezar nuestro viaje con inspiración, tenemos que sentir cada día dentro de nosotros, en todas nuestras actividades, la necesidad de inspiración. Sin inspiración no puede haber un logro adecuado. Luego hay que dar un paso más adelante. Después de la inspiración hemos de sentir la importante necesidad de la aspiración. La aspiración no lo es todo. Tenemos que aspirar a alcanzar el Todo Dorado, a ver las Orillas Doradas del Más Allá, el siempre trascendente Más Allá. Esto es lo que esperamos de la aspiración, la llama ascendente en nosotros.
Pero la aspiración sola tampoco es suficiente. Hemos de meditar. La aspiración incluye la meditación. Cuando meditamos, hemos de sentir que estamos entrando en la Infinitud, la Eternidad y la Inmortalidad. Estos no son términos vagos, sino nuestras verdaderas posesiones. Entrar algún día en nuestras propias posesiones divinas –Infinitud, Eternidad, Inmortalidad- es nuestro derecho innato. Luego, cuando vamos avanzando en la meditación, cuando la meditación comienza a ofrecernos su fruto, entramos en el reino de la realización. Realizamos la Verdad más elevada en este cuerpo, aquí en la tierra. No hemos de ir a ningún otro sitio para realizar a Dios. No tenemos que entrar en una cueva del Himalaya o sentarnos en una montaña nevada para practicar la espiritualidad. No. Aquí en la tierra, en el ajetreo de la vida, hemos de practicar la espiritualidad. Hemos de aceptar la tierra tal como está, tal como es. Si tenemos miedo de la tierra, si huimos de la tierra, la Realización de Dios siempre será un clamor lejano. Es aquí en la tierra donde hemos de realizar la Verdad más elevada.
-Sri Chinmoy
La Enseñanaza Silenciosa – Manual Práctico de Meditación.
Ediciones Obelisco. 1990